Oración

Empiezo las vacaciones llorando, echándote de menos, deseando que todo esto solo hubiera sido una pesadilla.

Ojalá hubiera podido ir más rápido, ojalá. Ojalá hubiera sabido hacerlo de otra manera. Ojalá todavía quisieras estar conmigo.

Ojalá.

Sé que he fracasado contigo. No supe darte más. No pude darte más. Pero quiero dártelo. Ojalá me dejases hacerlo.

Ojalá esta semana de náuseas, ansiedad y orfidales no hubieran existido.

Estoy rota. Rota porque ya no estamos juntos. Rota porque te dije «te quiero» cuando ya era demasiado tarde. Rota porque, en esa despedida, tuve que verme desde fuera para no gritarte que no me dejaras, para no empeorarlo todo.

Tengo tantas ganas de abrazarte que los brazos me queman. Me siento perdida, confusa, no entiendo nada. No puedo leerte, no quiero ver tus fotos, no puedo saber qué haces, no puedo. 

Duele.

Duele saber que podríamos haberlo hecho pero que no fuimos capaces. Duele porque me queman los dedos, porque quiero escribirte, decirte que no te vayas, que te quedes conmigo, que tu gusanillo solo está dormido.

Quédate conmigo, repito, quédate. Es la única oración que sé de memoria. 

 

 

 

 

Ya está

Pues ya está.

Ayer me envió un whatsapp largo explicándome los motivos por lo que ya no podía seguir conmigo. Le respondí que merecía algo más que un whatsapp y respondió que, por supuesto, que no tenía pensado esconderse y que su intención era hablar por teléfono o por skype, pero que en ese momento necesitaba soltarlo.

En cierto modo, que me enviara un whatsapp me dio tiempo para enfriar la cabeza y prepararme para la conversación. Mantener la calma, escuchar sus motivos, exponer mis cosas y decirnos adiós como dos personas adultas. Sigue leyendo

Tres meses después

Al hilo de mi última entrada, Confusa: me lancé a la piscina.

Le dije que sí, que comenzáramos, con muchas dudas por mi parte y sin sentir ese gusanillo del que hablaba.

No involucré demasiados sentimientos, no tenía la necesidad de hacerlo. No pasaba nada si no sabía nada de él en todo el día. Nos veíamos los fines de semana y todo empezó a ir mejor, aunque sin chispas. De hecho, cuando él me iba a recibir a la estación, no sentía eso que se debe sentir. Incluso había cosas que me molestaban de él, que no me gustaban, y aún así decidí seguir adelante. Sigue leyendo

Blank Space

Hoy no quería ponerme traje, ni maquillarme, ni venir a trabajar.
Se me hace un nudo en el corazón y solo quiero quedarme al sol, tomarme una caña y no hacer nada.
Cuando paso un fin de semana de introspección, los lunes cuestan.
Me gusta no hacer nada.
Me gusta mirar una pared o un techo.
Me gusta estar sola porque ya no necesito a nadie.
He cambiado.

En la próxima intersección, gire a la derecha.

395px-Korean_Traffic_sign_(Right_Turn).svg

Empiezas un blog, de repente te empieza a seguir gente, y esa gente te dice que le gusta tu blog, que le gusta cómo escribes. Sigues más o menos escribiendo y, un día, te das cuenta de que ya no escribes con tus dedos sino con los de tus lectores. «¿Les gustaría así? ¿Es este el estilo que buscan?» ¿Llegaré a ellos?»

Entonces, de pronto, ya no escribes tanto porque no te apetece escribir para otros, porque se te ha olvidado escribir para ti. Sigue leyendo

Treinta y siete.

© 2012 mukti echwantono

Hoy estoy en mi derecho de recibir abrazos. Hoy debes quererme.

Tú, que me has visto tantas veces o que nunca me has visto la cara, quiéreme un poco.

Tú, que me saludas tímidamente en el ascensor y tú, que me miras fijamente.

Tú, que piensas que soy estúpida y también tú, que me admiras por sabe Dios qué.

Quiéreme. Quiéreme un poco.

También tú, que me ignoras el resto del año Sigue leyendo