Oda a mi jefe

Foto: Ludovica Dri

Albert es hola y un abrazo, calor desde el primer día

Albert es nervios y ansia y manos inquietas

y un ímpetu que llena habitaciones

Albert es el coraje de quien mira de frente a su cobardía

Albert es “tomamos un café” cuando quiere decir té

Es un guapo que va de los de “yo soy del montón”,

alumno infatigable, maestro sin pretenderlo, 

un murmullo que escuchas a lo lejos

anunciando que ha llegado a la oficina

Risas y paseillo hasta alcanzar su mesa

Paz porque ya está sentado, aunque no lo parezca

Albert es siempre sonrisa, en su seriedad, sonrisa

En su tristeza, sonrisa, en su ansiedad, sonrisa.

Se cruza en tu camino y te toca la lotería.

Albert me mira y no tiene que hablar

Siento su ansiedad cuando me pongo seria

y cuando lo aplasto con mi honestidad.

Pero él me abraza con la mirada porque sabe,

en el fondo, que soy un alma perdida.

Lo conoces y lo sabes, que te ha dejado su huella

y que tiene acceso biométrico de por vida

a tu alma,

acceso premium, sin haber pagado un céntimo

porque ya te ha hackeado derribando cualquier muro,

cuando, en lugar de ojos, te habla y ves un corazón.

Grande, inmenso, como una casa.

Es un corazón océano que te mece en su ternura

Y, de pronto, despliega sus alas y ahí está

Albert, que empieza por “a”,

como ÁNGEL.

Talk to me, baby